Un martes cualquiera,
como cualquier otro martes, H y dos de sus mejores amigos fuéronse a la playa a
pescar, lo que en realidad era una excusa para sentarse encima de sus toallas,
hacer una hoguera y tocar un poco la guitarra, pero no sin antes haber comido
unos bocadillos y bebido varias cervezas.
Después de ver el sol
caer, bajaron del paseo para situarse en el sitio perfecto, a unos 15 metros de la orilla en un ligero pendiente
ideal para acomodarse cara al mar.
Pasadas un par de horas se
habían quedado sin reservas pero esto no suponía ningún problema. Sabían que a los 5
minutos un moro o similar se les acercaría para vender cerveza.
Al oír su persuasivo
eslogan seguramente registrado y conocido ya universalmente, los tres amigos no pudiéronse resistir a comprar un par de litros. Abrieron
la última y el sonido que hizo la lata se filtró por la cera de sus orejas y llegó al estómago, provocándoles el mismo escalofrío que el directo de una canción
poco conocida pero que sabes de memoria de tu grupo favorito. Se la bebieron
entre todos y no pasó nada.
A los 10 minutos, una de
las cañas se dobló casi hasta romperse por la mitad pero H reaccionó rápido y
logro mantenerla a salvo, incluso consiguió pescar lo que parecía ser un pez
gordísimo.
Aquello no era un animal, era una enorme botella dorada de cerveza, pero sin cerveza. H la sacó del agua con la ayuda de una red y la secó frotándola con una de sus toallas. Un airecillo caliente salía de la botella acompañado por unos granitos de arena levantados por el mismo viento botellar.
Aquello no era un animal, era una enorme botella dorada de cerveza, pero sin cerveza. H la sacó del agua con la ayuda de una red y la secó frotándola con una de sus toallas. Un airecillo caliente salía de la botella acompañado por unos granitos de arena levantados por el mismo viento botellar.
Del interior de aquella
mágica cerveza que sacaba airecillo y arena, no salió ningún genio. No pasó
nada. Pasó lo mismo que pasa en esta habitación, nada.
Morir de aburrimiento
también es doloroso y ahogado por el calor y la soledad, declaro y elevo a público que tu tiempo me
pertenece, que mi pulmón derecho ha dimitido, que mi energía está en bancarrota y que reemplazando a mi corazón mi cerebro
es ahora mi factor.
Jajaja brutal les referències auto-biogràfiques. Molt d'ànim, que en mi habitación tampoco pasa nada.
ResponderEliminarjajaja merci, ja falta poc, bueno.. un mes, lu putu pitxoor
ResponderEliminar